LOS HIJOS DE LA CALLE Y DEL TRABAJO “Soy muchacho provinciano que me levanto muy temprano para ir con mis hermanos a trabajar. No tengo padre ni madre, ni perro que a mi me ladre, sólo tengo la esperanza de progresar…busco una nueva vida en esta ciudad donde todo es dinero y hay maldad, con la ayuda de Dios sé que triunfaré”…canta Carlitos, un niño de apenas siete años de edad que se dedica a cantar en los buses y que va y viene desde Chulucanas hasta el Km. 50.
El niño canta la popular melodía de Chacalón, “El santo de los cerros”, a cambio de una propina. Es un cantante callejero que a través de su arte gana el pan de cada día y describe su trístisima realidad. “A veces la gente me mira mal, no me da propina. El dinero que gano le doy a mi mamá para que cocine y ahorre para mis cuadernos porque la plata en la casa no alcanza…es por eso que tengo que trabajar, manifiesta con resignación.
Carlos Valladolid tiene padres. Pero es como si no los tuviera, puesto que no pueden mantenerlo ni darle los juguetes, ni la vestimenta que desee. Por eso trabaja desde los cinco años. Su sueño de grande es la medicina. Quiere curar a los pobres. Con una asombrosa convicción, asegura que ese deseo de todas maneras lo hará realidad. Su madre lava ropa, su papá vende caramelos y tiene dos hermanos más.
En nuestro país este mal sobrevive y está bastante extendido. Constituye algo cotidiano y normal, pues ya no llama al asombro. Piura no escapa a esta realidad. En la ciudad del eterno calor, de la que muchos se enorgullecen otros muchos dejan de ser niños asumiendo la responsabilidad de grandes trabajando hasta altas horas de la noche.
¿Y SUS DERECHOS?
Un niño tiene derecho a recibir educación por lo menos en las primeras etapas elementales de su vida. El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deben estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación; los padres, la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho. Esto es lo que esta escrito en nuestra Constitución política. Pero, ¿todos nuestros niños gozan plenamente de estos derechos?
En Piura nada es diferente. No es raro observar en las principales calles, avenidas y plazas; niños limpiando carros, lustrando botas, vendiendo caramelos, cargando bultos en el mercado y aquellos niños que suben en el Km. 50 a los buses en la ruta Piura- Chulucanas para vender tortas o entonar algunas canciones populares y así ganarse una monedita.
Estos niños que deberían estar en la escuela, jugando un partido de fútbol o en el caso de las niñas, jugando a las muñecas, divirtiéndose en alguna fiesta infantil o corriendo libremente por algún parque viven luchando entre ellos para que los dejen subir a un bus, les permitan limpiar algún carro o para ganar un cliente para sus caramelos. Es decir ninguno de ellos disfruta y goza de sus derechos.
Es acaso de esta manera cómo se piensa hacer de nuestros niños el presente y futuro de nuestra Piura, estamos envejeciendo prematuramente a tantos niños que tienen que dejar sus aulas para dar prioridad al trabajo. Es así como sus proyectos de vida se estancan porque dejan de ser niños asumiendo grandes responsabilidades. Es hora de mirar a nuestro alrededor y tomar conciencia de la realidad de estos niños.
REALIDAD PIURANASegún las estadísticas de la Defensoría de la Mujer y del Niño (DEMUNA) más del 50% de niños que trabajan en las calles, son niños que han sido abandonados por sus padres o cuyos padres no cuentan con un empleo además están aquí los niños que abandonan sus hogares por ser víctimas de maltratos. Es una cruel realidad, pero las cifras cada día van aumentando.
En el mundo hay cerca de 240 millones de niños que son víctimas del trabajo infantil y realizan tareas que perjudican su desarrollo psicológico, físico y emocional. En el 2008 la Defensoría del niño y del adolescente recibió cerca de 1300 denuncias de niños que eran víctimas de maltratos y obligados a trabajar. Asimismo hubo denuncias de niñas y adolescentes que eran explotadas y prostituidas.
Según las últimas cifras del INEI, los departamentos donde se registra mayor porcentaje de participación laboral infantil y adolescente son: Puno, donde trabajan 240,263 niños y niñas que representan el 69,7% del total de la población entre 6 y 17 años; le siguen Huancavelica con el 58,9%; Apurímac con el 58,1%; Cajamarca con el 56,4% y Cusco con el 50,7%.
Las ocupaciones de los niños, niñas y adolescentes que trabajan son diversas. Van desde las más visibles como el trabajo de venta en las calles, el cuidado de carros, el acarreo de víveres en los mercados y el cobro de pasajes en buses y "combis"; hasta las más peligrosas como la selección de desechos en basurales, la elaboración de ladrillos, la extracción de minerales, la fabricación de juegos pirotécnicos y otras mucho más nocivas para su integridad física psicológica y moral, como el trabajo doméstico y la explotación sexual comercial.
FACTORES DESENCADENANTES
Es imposible pensar en el trabajo infantil sin reparar las diversas causas aunque la pobreza es el principal problema. A ello se une Ausencia de políticas sociales y económicas coherentes que hagan viable la efectiva aplicación de las normas de protección de niños y adolescentes.
Además es producto de un complejo sistema de resistencia a la pobreza, pues a la problemática de las prioridades nacionales y de la mala distribución de la riqueza, se debe sumar las carencias de servicios básicos, la impotencia de las políticas de protección a la niñez, los adolescentes y la familia porque estos niños crecen con mucho resentimiento.
También debemos tomar en cuenta factores como la violencia política y social, los procesos de desintegración familiar y las aspiraciones individuales y el costo de oportunidad propio de cada individuo como desencadenantes del fenómeno que hace de la población menor la más vulnerable a los maltratos y abusos físicos, psicológicos e incluso sexuales.
Ante esta situación el Perú carece de una base legal e institucional acorde con la necesidad de dar atención al problema, tanto el ministerio de Trabajo como el de Desarrollo y Promoción de la Mujer, carecen de competencia en los ámbitos privados, así como de instrumentos y recursos idóneos para la aplicación de mecanismos efectivos de vigilancia e inspección. Pues, Hace falta una regulación adecuada de las leyes.
LOS GRANDES DESAFÍOS
El mayor problema que enfrentan estos niños es tener que cambiar la escuela por las calles, y es que el problema de la deserción escolar y repitencia en los niños ha aumentado enormemente. Pues si los niños se ven obligados a abandonar su sueño de llegar algún día a ser grandes profesionales y pasan a tener otras responsabilidades como por ejemplo: ser el sustento de su hogar, cuidar de sus hermanos y de su madre y hasta en ocasiones son las cabezas del hogar puesto que hasta las madres se desentienden de ellos.
¿Pero que debemos hacer frente a ello?
Entre los desafíos que debe asumir el Estado con respecto a esta problemática que desde cualquier punto de vista es lacerante, tenemos que:
-Visualizar el trabajo infantil doméstico a través de las estadísticas oficiales.
-Proteger a nuestra niñez aplicando las acciones de los convenios internacionales, de la OIT
-Fortalecer el sistema oficial de protección para acoger a las trabajadores infantiles rescatadas de la explotación.
-Implementar las medidas para resolver casos de abuso.
-Proveer una política asistencialista, especialmente en lo que se refiere a desnutrición y salud.
-Hay que ejercer un control muy riguroso sobre los que emplean a niños para trabajos de cualquier índole que excede la capacidad de los menores.
-Debe revisarse los programas escolares a fin de dar facilidades a los niños que se ven obligados a trabajar a fin de impedir la deserción escolar.
-Encontrar niños que duermen en las calles y, que son potenciales delincuentes, drogadictos o prostitutas. Pues, No existe en nuestro país un programa estatal y menos municipal capaz de sacarlos de esa situación sin emplear la violencia o la represión a fin de reintegrarlos a la sociedad.
-Dejar de lado la indiferencia
-Asumir nuestras responsabilidades como padres y hacer que nuestros niños sean nuestra prioridad.
-Las autoridades deben cumplir y hacer cumplir las leyes que protegen a estos niños.
Lo más importante es unirnos y no dejar que nuestros niños sean víctimas de maltratos y así puedan vivir dignamente. Pues el daño causado hacia estos niños se reflejará en una actitud de desazón, falta de confianza y desánimo frente a la vida aunque muchos de ellos en ése ambiente de pobreza y abandono pueden crear fortalezas y enfrentar a la crisis para salir adelante. De todas maneras no se les puede dar responsabilidades de adultos.