jueves, 2 de octubre de 2008

SER PERIODISTA..

Ser periodista
El Regional de Piura: 01 de octubre del 2008
Ser periodista. Quienes nos dedicamos a esta pasión, arte, profesión u oficio, como se le quiera considerar, encontramos razones para pensar un poco sobre la importancia del rol que se cumple en la sociedad. Con formación académica en el campo del periodismo o sin ella, eso es secundario debido a la particularidad del periodismo como ejercicio de la libre expresión y opinión.
Al igual que en todas las efemérides, existen razones para loar al periodista. Los mártires de Uchuracay es el ejemplo más viviente del sacrificio de los hombres de prensa, cuando se adentran no solo en la abrupta geografía, sino en aquellos intestinos sociales y culturales de un Perú que vive ajeno a lo que se llama modernidad o globalización y que innegablemente es dispar.
El periodista poco corrompido por el sistema, abre surcos para encontrar la verdad. Sabe y entiende que el derecho de la población es superior al interés mezquino, y devela con mucha responsabilidad el resultado de su trabajo. Se aleja y se infesta poco de esa vinculación necesaria pero traicionera entre la publicidad y el periodismo. Sabe demostrar con consistencia su trabajo y vadear los intereses de los propietarios de los medios de comunicación, cuando quieren torcer o censurar un contenido.
No debe ser un empleado más. El hecho de la dependencia y la libertad para informar no se contraponen cuando el propietario del medio sabe respetar los linderos en los cuales se desenvuelve el periodista; sin embargo, cuando la mordaza tamizada de cualquier manera quiere imponerse, está la solvencia moral y ética para saber decir no, si es necesario decirlo.
Como experiencia personal diré, que durante los años que he ejercido el periodismo, tengo experiencias buenas. Lo hice en radio La Capullana, y allí se supo respetar nuestra labor. Muchas veces nos equivocamos y caímos en la ligereza, pero superada ella y evaluando ahora podemos decir que la Sra. Ena de Silva supo distinguir los espacios del empresario y del periodismo.
Luego de un intervalo y hace seis años hemos regresado al trajinar cotidiano. Estamos abriendo camino en el periodismo por Internet y nos sentimos fortalecidos con los resultados. En concepto, no difiere mucho respecto a lo que se hace en prensa, radio o televisión, es adicionalmente, un nuevo espacio para ellos y para miles de personas que no podrían estar en los formatos tradicionales, pero que tanto como nosotros, sienten que el periodismo es una razón de vida.
Esta razón de vida que nos hace trabajar cuando todos descansan y cuando todos trabajan tampoco descansar. No sé que razones existen en nosotros periodistas, para vivir así, y para no renunciar. Esas razones que no se ven pero que existen, son las que explican de la constancia y permanencia en este oficio para muchos y profesión para otros.
Sin embargo, tampoco podemos desconocer que estamos en crisis. Los valores se nos alejan y ser corrompido es fácil. Las portadas incisivas se inflaman más con las motivaciones de grupo o económicas. Es común y no es extraño. Se distienden los odios y las críticas se vuelven loas de manera inexplicable. Este comprobado hecho no es nuevo, nació con el periodismo y creció en relación a su importancia; primero con la prensa, después con la radio, la televisión y seguro pronto con el Internet.
Bastaría leer de nuevo a Gonzáles Prada para darse cuenta que la corrupción en el periodismo es tan actual como fue en el siglo XVIII. Sin embargo, nueva hornada de jóvenes vienen ingresando a esta actividad, para innovar el empirismo que se hizo necesario pero que también contribuyó a degradar esta profesión que para muchos es una pasión.
Durante el presente día hemos recibido decenas de saludos, unos más inspirados que otros y quizá pocos dichos con los mejores sentimientos. También en los sendos homenajes se han reconocido a colegas considerados un ejemplo en esta profesión y eso está bien; y varios han encontrado el momento para reflexionar y para darnos recomendaciones éticas.
Pero el periodismo que implica una función social debe estar ajeno a los halagos y el mejor estímulo será la satisfacción constante y permanente, de saber que día a día miles de personas nos siguen, nos leen y confían en nuestros contenidos.
Según Ryszard Kapuscinsk, reportero incansable y fallecido el año pasado, para ejercer el periodismo, “hay que ser buenos seres humanos”. La frase así leída, es un anhelo, un deseo, un sueño que puede ser real.
¡Feliz Día!.

CON LA VIDA EN UN HILO


Con la vida en un hilo
Miguel Godos Curay

Si volviéramos a nacer es probable que elijamos ser periodista. Somos dueños de abrumadores satisfacciones que nos ha dado el periodismo. Hemos leído lo suficiente como para no sentirnos ignorantes en muchas cosas de curiosidad tan diversa y concentrada como la física cuántica o el lenguaje de las hormigas. Seguimos leyendo. Confieso, con extrema sinceridad, que periodista que no lee y no escribe. No lo es. No somos ricos y la fortuna de la que nos preciamos es el haber disfrutado de gozosos privilegios humanos esquivos para los que prefieren medir sus éxitos personales por dinero el que, con sinceridad, nunca llegan a disfrutar. Nuestra fortuna es la vivencia inasible pero inolvidable. Vivimos de la noticia y somos noticia a la vez.
Vivimos con la vida en un hilo sin ser equilibristas. Quienes admiran nuestras causas nos consideran sus héroes personales. Pero quienes nos odian, que no son pocos, ponen precio a nuestras cabezas. Gracias a Dios tenemos más vidas que un gato. Somos como el ácido muriático para los corruptos y nuestro peor yerro es engolosinarnos con el poder. Por eso es siempre bueno inmunizarnos con la vacuna triple de la verdad, la ética y la sinceridad consigo mismo. Una conciencia sin ataduras brilla más que el oro y resplandece como la joya más hermosa de la que somos exclusivos propietarios.
Muchas veces somos incomprendidos porque el mayor tiempo de nuestra vida se lo comió la calle. Dicen que somos idealistas y que andamos como don Quijote deshaciendo entuertos por el mundo. Otros nos alaban por aquello que a los periodistas es bueno tenerlos a favor que ser víctimas de sus dardos o de su olvido. Hay quienes creen que los periodistas se compran con dinero o con prebendas y hay quienes se dejan comprar como fofas meretrices al mejor postor. Son los periodistas sanguijuelas, privados de memoria y de decoro. Son una especie detestable que no se regodea con la inmundicia y que vive chupando las ubres del poder.
Periodistas los hay buenos y malos como en todas las profesiones. Los buenos casi siempre se distinguen porque no tienen ataduras en la lengua para proclamar su verdad. Lo otros viven del pacto infame de hablar a media voz. Son por todos conocidos entre la fauna vergonzosa de adulones, peseteros, pedigüeños, caga tinta, obtusos y los patibularios. Por supuesto hay periodistas que hacen de su vida un noble servicio público.
Lo que sucede es que en este territorio tan trajinado por el irrestricto derecho a la información pública también transitan con patente de corso una cofradía interminable de cretinos, mercaderes y vividores. Hay que distinguir, sin embargo, como el trigo de la paja, a quienes hacen de su profesión un servicio indeclinable a la sociedad de los que se sirven de esta función pública para sus intereses personales siempre ajenos a los de la sociedad. Uno sirven los otros se sirven. Unos tienen la bandera de la ética y la moralidad lo otros como los barcos piratas llevan la bandera de la desinformación, la amoralidad y la inmoralidad. Nuestra gratitud y recuerdo a esos periodistas apasionados, que tecleando su Remington resolvían los problemas del mundo. Ellos son una causa para vivir que es lo mismo que vivir por una causa tan enorme como el amor a la verdad.